Vista de Estambul
La llegada a Estambul

Nuestro viaje, (iba con Justo, mi compañero), comenzó en el aeropuerto de Estambul, después de pagar el correspondiente visado, de recoger las maletas y de conocer a Ercan, guía de Cosmopolitan, que nos llevó al hotel.

Ercan nos contó que las calles en Estambul no están tan iluminadas como en Europa. A ellos no les queda otro remedio que ahorrar en iluminación, no como en Madrid que parece que estamos siempre en Navidades.

Por el camino nos fue hablando de la moneda turca. Está claro que por muy pobre que sea un turco, no hay nadie que no pueda decir que es millonario. Y esto es porque un millón de liras turcas equivale a unas 300 pesetas españolas. ¿Quién no va a llevar en su bolsillo por lo menos 300 pesetas?.

Nos contó también que en Turquía se podía pagar en cualquier moneda, pero nos recomendó llevar liras turcas por lo menos para los gastos pequeños.

Respecto a la seguridad nos comentó que no había violencia en las calles, pero sí carteristas. Con estar un poco atento bastaba para no tener ningún problema. Vamos, como en cualquier capital europea.

Esta primera noche seguimos la recomendación de un compañero de mi trabajo y nos fuimos a cenar a Kumkapi, el barrio de los pescadores

Kumkapi

Kumkapi es un barrio de callejuelas lleno de restaurantes de pescado, de músicos tocando, de gente cantando y bailando, y de mucho bullicio.

No puedes andar dos pasos sin que te quieran sentar a alguna mesa de algún restaurante. Me encantó el ambiente tan alegre y festivo del barrio.

Por fin elegimos mesa y enseguida nos ofrecieron los "meze", algo así como nuestros entremeses. Había berenjena (asada, con tomate, y en puré), pulpo, gambas, pimientos asados, queso, yogur, calamares recién hechos... vamos, un montón de cosas con muy buena pinta.

Como plato fuerte queríamos pescado y para elegirlo nos llevaron a una vitrina donde pudimos escoger lo que más nos apeteció. Yo tomé dorada y mi compañero Justo salmonetes a la plancha.

Y ya para rematar, de postre pedimos baklava, un postre típico hecho de hojaldre, pistachos o almendras y almíbar, (demasiado dulce para nuestro gusto); y una especie de crêpe rellena de nata, plátano, y otras frutas que estaba deliciosa.

Para volver al hotel subimos andando por una de esas calles oscuras en las que se veían algunos hombres sentados en las aceras pero ni una sola mujer (excepto turistas claro) pero no hubo ningún problema. La primera noche había sido un éxito.

El hipódromo

Hipodromo Al día siguiente empezamos con lo que llaman visita histórica y vimos el hipódromo, o más bien lo que queda de él: sus tres obeliscos.

Aquí se celebraban todos los grandes eventos de la época bizantina, se aclamaba a los generales victoriosos y a los emperadores y se ejecutaba a los herejes y a los rebeldes. También el pueblo expresaba allí su descontento.

Durante la ocupación latina (1204-1261) fue saqueado y destruido y a la llegada de los turcos (1453) estaba en ruinas.

Más tarde se usaron sus restos para la construcción de la mezquita azul que esta justo al lado.

La Mezquita Azul

Mezquita Azul La mezquita azul es muy grande, pero después de pasarnos meses viendo fotos tan espectaculares se quedó un poco deslucida. En la segunda visita, que hicimos bastantes días más tarde la apreciamos realmente en lo mucho que vale.

Su nombre turco es Sultán Ahmet Camii, (camii se pronuncia yami y significa mezquita), porque fue mandada construir por Ahmet I entre 1609 y 1616.

Es la única en Estambul que tiene 6 minaretes. El nombre de mezquita azul se debe a su decoración interior de azulejos azules de Iznik (ciudad famosa por su producción de cerámica) con motivos florales (flores de lis, claveles, tulipanes, rosas, cipreses y otros árboles).

La mezquita era parte de un complejo (külliye en turco) que se componía además de una escuela coránica (medrese), un mausoleo (türbe), un hospital, una escuela elemental (mektep), un albergue (han) y un comedor de pobres (imaret). Excepto el albergue y el hospital el resto de los edificios existen aún.

Santa Sofía

De allí fuimos a Santa Sofía y volvimos a sufrir la misma decepción que antes. Por fuera parece que está descolorida y por dentro tiene la mitad llena de andamios (quizá sea para restaurarla, que no le vendría mal).

Santa Sofía

Los mosaicos que le quedan son muy bonitos, pero aparte de eso, tampoco sacamos mucho jugo a la visita. Da la impresión de que está abandonada y ruinosa.

La Basílica fue construida por Justiniano en el año 537. En su construcción participaron los mejores obreros y artesanos y se obligó a los gobernadores de provincias a enviar a Constantinopla las partes más bellas de sus monumentos antiguos para integrarlas en la Basílica.

En los siglos siguientes se vio seriamente dañada varias veces debido a los terremotos y fue reconstruida en varias ocasiones.

En 1204, durante la IV Cruzada los latinos la saquearon y cayó en manos del clero veneciano hasta 1261, deteriorándose poco a poco. Cuando en 1453 Mehmet el Conquistador se apodera de Constantinopla, lo primero que hace es celebrar el oficio del viernes en Santa Sofía, convirtiéndola en mezquita.

Mustafa Kemal instaura la República laica en 1923 y en 1934 convierte Santa Sofía museo. Es una de las tres iglesias más grandes del mundo.

La Cisterna de la Basílica

Cisterna de la Basílica

La visita del Yerebatan sarayi (el aljibe de la basílica) sí que nos gustó mucho. Era la principal fuente de abastecimiento de agua en las épocas bizantina y otomana. El agua llegaba por conducciones y acueductos y se almacenaba aquí. Al parecer data de la época de Justiniano (532). En los años setenta se quitó la mayor parte del agua y se construyeron pasarelas.

Parece un palacio subterráneo con esos preciosos arcos y esas maravillosas columnas (hay unas trescientas). Dos grandes cabezas de medusa sirven de base a dos columnas.

Impresiona lo grande y hermoso que es.

Palacio Topkapi

Palacio Topkapi Aunque nuestra intención era ir al palacio Topkapi, nos equivocamos de camino y nos dedicamos a dar una buena vuelta por el parque Gülhane. Cuando por fin encontramos la entrada estabamos un poco cansados de andar y empezábamos a tener un poco de hambre.

Quizá eso influyó en que no le cogimos mucho el gusto al palacio. Además es enorme, lo que hizo que nos agotara recorrerlo.

Fue construido en 1461 por Mehmet Fatih y se convirtió en residencia de los sultanes hasta que Abdül Mecit se instaló en el palacio de Dolmabahçe en 1853.

Mustafa Kemal lo convirtió en museo en 1924.

Según me habían contado, valía la pena ver el harem, pero había una cola enorme y el hambre pudo más que las buenas intenciones.

Comimos en el Altin Kupa. Lo recomendaba la guía, estaba cerca y tenía la carta en español. Nos trataron fenomenal, comimos de primero musaka (berenjena con carne picada) y pimientos rellenos de carne y arroz; y de segundo filete ruso y pinchos de cordero. De postre nos pusieron yogur con miel y fruta del tiempo (melón, sandía, melocotón y uvas), y nos invitaron a un té muy rico.

De allí nos fuimos en tranvía a Eminönü, la zona desde donde salían los barcos a casi todas partes. Queríamos enterarnos del horario y del muelle de salida de los que hacen el recorrido por el Bósforo (Bogazi).

En esa zona hay muchísima gente y no paran de ofrecerte cruceros al Bósforo. Vamos que nos volvieron un poco locos. Nos intentaban convencer de que teníamos que salir en ese momento porque al día siguiente "iba a llover". Había también un montón de puestos de comida y de venta. Vimos un negocio curioso, un hombre mayor tenía una báscula y cobraba a la gente por pesarse. Lo que no se les ocurra a ellos...

El barrio de Eyup

Seguimos con nuestros planes y nos dirigimos a Eyüp. Queríamos ver el Café de Pierre Loti y las vistas del Cuerno de Oro (Haliç) desde allí.

Paseamos un rato por el barrio de Eyüp, había tiendas y bastante gente por las calles, estaba muy animado.

El complejo de la mezquita es muy bonito, aunque no entramos dentro. Sólo vimos el lugar donde está enterrado Eyüp (Job), un compañero del Profeta, y el enorme cementerio cercano.

En 1453 Mehmet Fatih descubrió la tumba de Eyüp y mandó construir un complejo compuesto de una mezquita; de un mausoleo para conservar los restos mortales del santo; de una escuela coránica; un baño turco (hammam); un comedor de pobres; un albergue; y un mercado cubierto. Desde el final de su construcción en 1458, los sucesores de Mehmet vinieron a Eyüp a ser investidos al ascender al trono. Además es un lugar de peregrinación muy importante.

Poco a poco personas importantes y menos importantes quisieron ser enterradas en la ladera de la colina, cerca de la santa reliquia y así se formó el segundo cementerio más grande de Turquía.

Cementerio Eyup

El cementerio era precioso. Las lápidas más antiguas están esculpidas y coronadas por la representación del tocado del difunto: turbante para los hombres, chal para las mujeres, diadema para las princesas... Las piedras de las mujeres suelen estar decoradas con flores y su número indica el numero de hijos que tuvieron. No son como las lápidas de nuestros cementerios. Son cilíndricas o planas según se trate de hombres o mujeres y tienen diversos adornos según la importancia del muerto... Aunque parezca extraño era agradable andar por allí.

Cuerno de Oro

Nos costó un poco encontrar el Café de Pierre Loti, pero valió la pena por que había una preciosa vista del Cuerno de Oro y aunque el sol no se ponía precisamente por ese lado (primer engaño a los turistas), se estaba bien sentado, tomándose un té (nos estábamos aficionando) y viendo el paisaje.

A este café era al que venía el novelista francés Pierre Loti cuando era oficial de la marina y vivía en Eyüp.

Para volver cogimos otro taxi que nos llevó al hotel pasando por las murallas bizantinas.

Intentamos buscar un sitio para cenar por el barrio, pero no encontramos ninguno que nos gustara. Además las calles estaban desiertas y más bien oscuras y preferimos volver al hotel.

Allí cenamos sopa de lentejas, ensalada y filete de pollo y aprendimos a decir buenas noches en turco: iyi geceler (que se pronuncia algo así como i guiyeler).



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